Editorial Cuántos de nosotras o nosotros hemos crecido cerca, muy cerca, de la radio. Cuántos hemos tenido la sensación de ponerles imágenes a la magia de sus palabras. Es decir, le poníamos cara a esas voces que transmitían no sólo noticias sino, también, sentimientos y emociones. Cuántos dijimos alguna vez: -lo he escuchado en la radio. O sea, le dábamos y seguimos dándoles verismo (autenticidad), credibilidad (sin duda) y certeza (seguridad) a los contenidos que en ella se vertían o vierten; aunque sabemos de sus orientaciones ideológicas y que tras ella existen grupos macromediáticos con intereses. A pesar de todo, cuántas veces hemos dejado de estudiar y hemos descansado escuchando nuestro programa predilecto de radio, sea aquella retransmisión deportiva, apartado musical o entrevista, entre otros. Y ahora, con la radio, estamos siendo testigos de unas profundas transformaciones. Ya no está exclusivamente en aquel receptor que se hacía grande o pequeño según las modas y los avances tecnológicos. De un tiempo hacia acá se escucha en otros dispositivos, a veces, minúsculos que con la consigna de lo digital ha revolucionado la radio. No es aquella pirenaica o tangerina; se ha hecho global y la podemos escuchar (y hasta ver) en los lugares más insospechados: haciendo footing, en el coche, en el teléfono móvil o en el ordenador. Igualmente, nos la sirven a la carta y, también, existe una radio en red, en la que podemos participar de la información o del entretenimiento a través de foros, vídeos, etc. Los tiempos de la radio no sólo han cambiado sino que nos han cambiado a nosotras y nosotros. Desde la revista http en su número cinco, la opción de hacerla monográfica sobre la radio, consideramos que ha sido todo un acierto. Contamos, como ya viene siendo habitual, de artículos que profundizan en la materia y otros tantos que nos invitan a seguir profundizando. Pero la radio se nos va entre sus ondas o entre las pantallas. La experiencia se alía con la realidad inmediata y hace que la radio nos vuelva a dar otra lección magistral, pues se ha adaptado a los tiempos que corren, es más, los ha superado. Por ello, el título genérico del monográfico es “Radio y educación” por aquello del entorno en que nos desenvolvemos, pero no le aunamos un subepígrafe o subordinada, sino una idea más al enunciado principal y termina siendo el de: “Radio y educación. Perspectiva y panoramas”. Es decir, puntos de vistas a un paisaje radiofónico. El título fue consensuado entre todos los miembros del grupo de investigación. Nos llevó tiempo darle forma a la idea de partida pues a raíz de ella empezamos a tener claro lo que no queríamos. No queríamos hacer un ...
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